Por la mañana visita al Premium Outlet de Las Vegas. Lo único que merece la pena es la tienda de Converse y salimos cada uno con un par por 20$. El resto de tiendas tienen precios bajos respecto al original, pero no son ninguna ganga, la verdad. Esperábamos otra cosa.
Comemos en un restaurante salvadoreño, unas pupusas y unos burritos. La camarera es una chica del Salvador que nos da conversación y nos explica algunos de los platos de su país y el sistema de propina americano. Cuando se paga con tarjeta y tienes que escribir en el ticket la cantidad de propina que dejas, en realidad te hacen el cargo con la cantidad sin propina y al final del día te suman la propina.
Después de comer pasamos por "Gun Store". Una galería de tiro y tienda de armas donde por 25$ tienes 5 tiros con un revolver o 10 con una pequeña ametralladora. Samu elige una semiautomática y Grego una Dirty Harry. Con el precio también puedes elegir un objetivo al que disparar..Bin Laden, un chino, un moro, un secuestrador, un zombie, un negro... Todo esto tiene un tinte un tanto racista, la verdad. Sara y yo pasamos con ellos para grabarles con el video y aún con los cascos puestos aquello suena y retumba de forma brutal. Yo estoy acojonada. Entre ráfagas de las ametralladoras y los disparos secos de las armas cortas...En un momento se termina todo. Nos llevamos del suelo algunos casquillos de recuerdo. Allí se queda una cola de gente con todo un armamento, muchos son turistas pero a otros se les ve como los auténticos americanos flipados de las armas. El ambientillo que se respira allí no me ha gustado nada, pero Grego y Samu salen satisfechos con la experiencia.
Un ratito en la piscina del hotel y de nuevo para Las Vegas. Los chicos hoy tiene "noche libre",así que Sara y yo nos vamos a ver cosas por nuestra cuenta.
Volvemos al Bellagio a fotografiar el jardín de insectos gigantes hechos con flores naturales. Impresionante. Cómo se nota la categoría de este hotel.. También hay que destacar el techo del hall. Una lámpara enorme, formada por cientos de plafones de cristal de colores en forma de flores, corona el techo. Salimos a ver de nuevo el espectáculo de las fuentes. Esta vez a ritmo de Andrea Bocelli. Precioso, no se puede decir más. También he aprovechado para comprar unas barajas usadas para llevar de recuerdo a mi hermano y a Lula. Seguro que les hace ilusión montarse timbas con cartas que pueden haber hecho ganar mucho dinero a algunos y perderlo a muchos otros.
Damos un paseo por el Miracle Mile Shops en los bajos del Planet Hollywood Hotel. Es un centro comercial sin más, pero con la peculiar tienda de "Celebrities Gallery" con muchos artículos originales firmados por boxeadores, actores, músicos, deportistas.. Curioso de ver. Tiene precios asequibles si se quiere hacer un regalo de alguna pelota de baseball o golf autografiada.
Seguimos la calle hasta el Harley Davidson Café, con su gran moto saliendo de la fachada. A Sara le apasionan las motos, y en especial las Harleys. Con cada moto que nos hemos cruzado en el viaje tiene una foto, y esta no podía ser menos.
Volvemos a por el coche y nos acercamos al Hotel Rio a ver si podemos colarnos en el ascensor que se ve por la fachada para ver una panorámica de Las Vegas por la noche. Se ve que la única manera de subir es entrando a la discoteca que está en la azotea previo pago de 20$ o con un flyer que se supone reparten por el casino pero que no fuimos capaces de encontrar. La única alternativa es subir hasta la planta 38 porque para ir más arriba es necesario tener la tarjeta del hotel. Desde el hall de la planta se puede mirar por la ventana.
De noche tomas conciencia de las dimensiones de esta ciudad. Al moverse siempre por el Strip parece que todo está concentrado en esa calle, como una especie de parque temático, pero desde lo alto se ven las calles cuadriculadas que no tienen fin. Y es que estaba claro que en algún sitio tienen que estar las zonas residenciales que albergan a la millonada de personas que trabajan día y noche en esta ciudad.
Ya son las tres de la mañana y nos volvemos al hotel. A esta hora se nota que todo decae. Sólo se ve a gente con borracheras monumentales y sitios que empiezan a cerrar. No sabemos cómo la gente puede llegar a esos estados de embriaguez porque las bebidas son carísimas en los locales y sólo se puede elegir entre cerveza y cócteles con muy poco alcohol.
Una cosa que me llama la atención es la cantidad de asiáticos que se ven en esta ciudad. Muchísimos están como croupiers en los casinos y otros muchos más como turistas.
Otra cosa a destacar es el atuendo de las chicas. Vestidos ajustadísimos, con faldas cinturón y taconazos de escándalo. Tooooodas van arregladísimas para entrar a los clubs de los casinos. A los turistas se nos ve a la legua porque desentonamos en ese ambiente. Con nuestros vaqueros, zapatillas y las grandes copas de refrescos de colores colgando del cuello...
Último día en la ciudad del "cómo mola!!" como la bautizó Sara. Y es que allí donde vayas, siempre habrá algo que te hará pronunciar esas palabras.
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