Son las 6 de la mañana y ya estamos recogiendo las tiendas. Nos hemos vuelto a librar de pagar el camping. Tenemos que hacer tiempo hasta las 12:15 que es cuando tenemos reservada la visita al Antílope Canyon. Por aquí cerca está la Presa Powell, que a estas horas sólo se puede ver por fuera porque todavía no está abierta. Una presa, sin más. Otra visita cercana es el Horseshoe Bend, un meandro del rio Colorado con una curvatura extrema en un paraje muy peculiar. Al que se llega tras una caminata por la arena desde el parking. Unos 5 o 10 minutos. Lo único malo es que son las 8 de la mañana y no hay quién pare al sol, por lo que no se puede estar mucho rato contemplando el paisaje. Además a estas horas ya empiezan a llegar las oleadas de turistas en autobuses y le quitan encanto al lugar.
Volvemos al pueblo a desayunar un sandwich americano y nos sentamos en el césped en un parque a jugar a las cartas. Esta zona es reserva india de navajos. Mientras estamos jugando se acerca uno de ellos. Nos pregunta sobre el tipo de cartas que usamos y si apostamos en el juego. Tiene un acento demasiado peculiar. Le intentamos dar conversación pero se hace difícil porque a penas le entendemos, así que se lo decimos y la respuesta que nos da es: "American neither". Jajajaja.
Ya hemos hecho tiempo hasta la hora de la excursión. Para llegar a la entrada del cañón es necesario contratar una excursión ya que al ser territorio de los navajos, ellos son los que gestionan el acceso y no permiten visitarlo libremente. La visita incluye el transporte hasta el cañón y una visita guiada. En total una hora más o menos. En el pueblo hay cuatro o cinco compañías que se dedican a este tour y por Internet se pueden encontrar y reservar. Conviene reservar con un poco de antelación, sobre todo si se visita en época de vacaciones y se quiere las horas del mediodía para tener la mejor luz para fotos. Todos rondan el mismo precio, unos 35$ por persona.
Nuestra guía será Julia, una india muy amable que nos ayudará durante la visita a captar las mejores fotos. El camino hasta la entrada se hace por camino sin asfaltar y dad la velocidad a la que nos lleva Julia, se hace emocionante con tanto bote.
Una vez en el cañón, la guía nos da las explicaciones pertinentes haciendo hincapié en el peligro de las inundaciones. En un momento puedes verte atrapado, y dada la saturación de visitantes, puede resultar peligroso. Por suerte no tuvimos que salir corriendo y pudimos tomar todas las fotos que quisimos. Es un lugar curioso por la manera en la que el agua y el viento han ido erosionando las paredes y la arena prensada. Eso si, está demasiado explotado. Demasiada gente para un sitio tan angosto. En el viaje de vuelta en el jeep es igual de movido que el de la ida. Con tanto bache parece que el coche se va a desmontar. Con nosotros viajan una pareja de japoneses que van grabando todo con su video cámara. Samu entabla una conversación con ellos, preguntándoles cosas de Japón y alentándoles a visitar España para conocer y probar las famosas "tapas". Es gracioso ver cómo el japonés intenta aprenderse esta palabra, repitiéndola varias veces... "tapas.. tapas.. tapas.."
Terminado el tour comemos unas pizzas en Page y salimos hacia el Monument Valley. Llegamos un poco antes del atardecer y justo después de una tormenta. La primera vista que tenemos desde el mirador del hotel que está a la entrada es espectacular. Los montículos coronados por un arcoiris doble. Cuando ponga las fotos se podrá ver qué preciosidad..
Una vez dentro del parque y después de haber pagado 5$ por persona, la ruta se hace en coche recorriendo los montículos por caminos de tierra. Se hace entretenida y te hace sentir como en una película del oeste, incluso se veían excursiones a caballo galopando por terreno salvaje. Es recomendable un vehículo tipo todo terreno ya que los caminos están sin asfaltar.
Para dormir tenemos que buscar alojamiento en Tuba. Encontramos sitio en una especie de albergue. Sólo queda una habitación y parece que se separa a los chicos de las chicas, por lo que a Sara y a mi nos toca entrar otra vez de estrangis para que no nos pillen. Al menos esta habitación tiene 3 camas de matrimonio y a nadie le toca dormir en el suelo.
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