Ziiiiipppp... abro la cremallera de la tienda, y lo primero que me encuentro es una ardilla justo delante a la que Sara intenta dar de comer. Salgo y aparecen por detrás de la tienda una cervatilla con sus dos bambies. Esto si que es estar entre la naturaleza. Sólo se oye el arroyo y los pájaros. Estamos rodeados de enormes árboles y moles de granito. Ayer no pudimos ver dónde estábamos porque no había luz, pero el paraje es increible.
Lo primero hoy es recoger el permiso que nos permitirá acampar libremente en el parque. En el centro de Wilderness nos informan de la ruta para la que supuestamente habíamos solicitado el permiso. Una barbaridad si pretendemos visitar el valle. Nos cambian la ruta, aunque sigue siendo imposible para nosotros. Deberíamos hacer la subida de las cataratas, unos 400 metros de desnivel casi vertical, unas tres horas y media de subida cargando con las tiendas, sacos, comida y los bidoones de los osos. Impensable! y eso sólo para dormir. Y al día siguiente, camino de vuelta para recoger el coche. Ni hablar. Volveremos a dormir al camping de mochileros y dedicaremos el día a visitar un poco el valle.
Subimos a las cataratas más típicas del parque: Vernal Falls y Lower Yosemite Fall. A las primeras se llega desde el Curry Village. Se puede coger el shuttle para acercarse al comienzo de la ruta o caminar un poco más desde el parking del Curry Village. Nosotros fuimos andando. La ruta se puede hacer en dos horas ida y vuelta, subiendo con tranquilidad. Se puede llegar a la base de la cascada o subir hasta arriba y continuar la ruta hasta Nevada Fall. Nosotros no subimos más porque las vistas desde Vernal ya eran muy buenas y queríamos visitar otros puntos del parque. Al llegar a Vernal, estábamos haciendonos las típicas fotos con la cascada o el valle de fondo cuando a Juan Antonio se le cayó rodando la tapa de su Nikon. Como tuvo que salirse del camino y andar entre la maleza, creó espectación entre los que allí estaban, y todo el mundo se asomó a ver si encontraba la tapa. Después de mucho revolver las hierbas y gracias a la colaboración y los ánimos del público, la recuperó. Yo no daba ni un duro, porque esa tapa se ha perdido más veces en este viaje... pufff. El caso es que siempre tiene suerte y la termina encontrando.
Después nos fuimos a Lower Yosemite Fall, la cascada máaaas visitada de todo el parque por su situación en pleno valle y la facilidad de acceso, unos 5 minutos andando sin desnivel. Está masificada, aunque merece la pena verla y subir un poco por las rocas para llegar a la base. Desde aquí empezaba la supuesta ruta que tendríamos que haber hecho según el permiso de los Rangers, para llegar a la parte alta de Upper Yosemite Fall. Imposible viendo la pared y el desnivel.
El paisaje del valle es idílico... grandes riscos que encierran verdes praderas, rios y bosques. Aunque es un parque muy turístico y hay mucho "dominguero", autobuses, parkings, campings... la labor de los Rangers preservando al detalle el encanto natural del entorno, se nota y se agradece.
Ya de vuelta al campamento, montamos todo el chiringuito. Aparece un ranger cruzando el rio, con un aparato como con una antena, y sin decir nada sigue con paso acelerado y se va hacia el bosque. AL rato, aparece otra ranger. Nos pide el permiso, nos informa sobre el pago que debemos hacer por la estancia y nos pide que guardemos todo en los bidones de los osos.
Seguimos preparando la cena sin hacer mucho caso, cuando vuelve a aparecer la ranger de nuevo avisando que hay un oso rondando y que es conveniente que guardemos las cosas en los armarios antiosos. Empezamos a acojonarnos un poco, porque al rato, vemos linternas por los dos lados del rio, y de nuevo la ranger pasa por nuestro lado, pero esta vez no se detiene y sale corriendo hacia el bosque dando palmadas y gritando "Bear!!, Bear!!!". Al parecer le están siguiendo la pista y lo teníamos justo al lado!!
Juan Antonio ya empieza a ponerse nervioso porque su tienda es la que está mas cerca del borde con el bosque y se piensa que será el primero en caer si al oso le da por atacar el campamento e iniciar una masacre, así que empieza a removerlo todo buscando cualquier cosa que pueda atraer a la bestia!!! para meterlo en los bidones antiosos. Si le dejamos nos mete hasta los calcetines sucios. Es cierto que hay que guardar todo aquello que pueda producir olor (jabones, cremas, comida, bebida..), pero un poco más y se mete él mismo en el armario antiosos. El tio está "acojonao". Llega la noche, cenamos tranquilamente unos filetes y pollo a la barbacoa con un poco de ensalada y fruta de postre. Recogimos, y a dormir. De momento no ha venido ningún oso a comerse a Juan Antonio. Ya veremos si mañana sigue vivo...
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